Para serles sincera, me veo a mi misma en esta joven de 14 años. Tal vez no de la misma manera, pero varias veces siento que la infelicidad empieza a invadir mi vida, cuando bajo la guardia. A veces soy un poco codiciosa cuando veo la nueva casa de algún amigo, y a veces comparo mi peso con el de otras personas. Con pensamientos así de pequeños, pensamientos insignificantes, siento que la falta de contentamiento comienza a invadirme.
Pero como he aprendido a través de los años, estos pensamientos no son insignificantes, son peligrosos. Pueden apoderarse de mi mente, y trasformar el estado de mi corazón en un instante. Me pueden llevar a un lugar de tristeza e inconformidad.
La verdad es que las personas felices no nacen de esa manera. Las personas felices son felices porque han escogido vivir de una manera en que su mente y corazón estén alineados con la verdad de Dios. Se nos recuerda que debemos pensar en cosas buenas, justas y dignas – porque nuestros pensamientos abrirán la puerta de nuestro corazón. Yo estoy aprendiendo a tener control de las cosas que dejo que se apoderen de mi mente. Esto es lo que encontré que NO hacen las personas felices: