- Ana: La Madre Que Guardó Su Promesa
Ana estuvo casada con un hombre que la amaba pero que a su vez tenía otra esposa, esta otra esposa era capaz de tener hijos, pero vemos en 1 Samuel 1:5-6 que el Señor no permitió que Ana tuviera hijos. La otra esposa, llamada Penina, provocaba y molestaba a Ana constantemente, pero Ana solo acudía a la casa de Dios para levantar sus oraciones. Su esposo intentaba darle consuelo diciéndole: “Acaso no valgo más yo que 10 hijos?” En 1 Samuel 1: 8 aprendemos que Ana levantó oración a Dios y lloró desconsoladamente diciendo:
“Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al Señor, nunca se le cortará el cabello” (1 Samuel 1:11).
De hecho el clamor de Ana fue tan profundo que sus labios se movían pero sin emitir sonido alguno, por lo que el sacerdote del templo pensó que Ana estaba ebria. Al poco tiempo después Dios bendijo a Ana y le concibió un hijo a quien llamó: Samuel “porque dijo: «Se lo pedí al Señor” (1 Samuel 1:20).
Tal como lo prometio, Ana cumplio con sus palabras. Cuando el niño era de edad lo trajo al templo de Dios y se lo presentó a el sacerdote Elí. Ana dijo en su oración:
“¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste” Puedes leer toda su hermosa oración en 1 Samuel 2:1-10.
Samuel vivió una vida dedicada a Dios y sería la persona en que ungiera a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y David.