Una carta de aliento para los Pastores asi como para todos los que han derramado lágrimas a causa del Evangelio. Dios les bendiga grandemente.
Buenos Días,
“Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas…” (Hebreos 5:7)
Los fisiólogos aman diseccionar este versículo explicando que las lágrimas y gemidos de un ser humano son “un fenómeno psicomotriz complejo caracterizado por el derramamiento de fluido lleno de proteína del aparato lagrimal que limpia y lubrica los ojos.”
Muchas gracias, eso fue de gran ayuda… ¡si quisiera escribir una publicación medica!
Pero para aquellos de nosotros que trabajamos con personas detrás de una puerta que lee “Oficina del Pastor” las lágrimas son mucho más que un lubricante. Son la señal visual del quebrantamiento de una persona que trata de lidiar con una realidad incontrolable. Y muchas veces esas lágrimas son nuestras propias lágrimas.
Es increíble la gran cantidad de líquido que puede salir de aquellas pequeñas glándulas oculares – cada una aproximadamente en tamaño a una almendra situada atrás del parpado superior. Pero una vez que se sueltan – ¡cuidadito, que no paran!
Aunque a veces seamos penosos a causa de nuestras lágrimas, la escritura no lo es. Página tras página pinta un cuadro muy vivo de los héroes que conquistaron a sus enemigos pero no a sus emociones.
Escritores bíblicos rutinariamente utilizaban las palabras “oración” y “llanto” intercambiablemente porque una casi siempre seguía la otra, y estas palabras están típicamente atadas a sentimientos extremos como angustia, felicidad, duda, confianza, agonía, triunfo, y penar. Inclusive hay veces que la Biblia describe la palabra “llanto” como una emoción muda.
A decir verdad, las lágrimas son una marca ya muy bien establecida en nuestra línea de trabajo. Venimos de una gran lista de bueno… llorones:
- El estrés en la vida de David resulto en un sinnúmero de lágrimas al punto que David le pidió a Dios que llenara una vasija con sus lágrimas como recordatorio de su sufrimiento. En otra ocasión confiesa que su almohada se deshizo por todas sus lágrimas y llanto.
- Dios declaró dos veces que Job era “justo y sin mancha” sin embargo eso no detuvo las lágrimas una vez que perdiera todo.
- Fueron las lágrimas de Ezequías que conmovieron el corazón de Dios para que añadiera 15 años de vida al rey. Y como pilón Dios también libro a Jerusalén de los asirios.
- Jeremías, también conocido como el profeta llorón, utilizo sus lágrimas como parte de sus sermones. “Y si todavía se rehúsan a escuchar “lloraré a solas a causa de su orgullo. Mis ojos no podrán contener las lágrimas porque el rebaño del Señor será llevado al destierro.” Y por supuesto que se rehusaron a escuchar y Jeremías lloro amargadamente.
- Timoteo, el joven pupilo estrella de Pablo y aparente heredero a su ministerio lloró fuertemente al ver que su maestro salía del pueblo sabiendo que posiblemente era la última vez que lo vería.
Y no nos olvidemos del apóstol Pablo, quien fuera otro de los líderes en llorar de la Biblia. Pero no fueron ni los 39 azotes en su espalda que le hicieron llorar, ni tampoco fueron las varias golpizas o cuando lo dejaron moribundo tirado después de haber sido apedreado, ni tampoco fueron los tres naufragios de barco que sufrió. No, estas fueron solo razones que causaron lo que Pablo llamó “pequeñas aflicciones monetarias”
Lo que causaba que Pablo llorara era la indiferencia de la gente hacia las cosas de Dios. Jamás lo pudo superar. Por lo que no nos debería de sorprender que las lágrimas de Pablo sean descritas más detalladamente explicando la razón de ser de cada lágrima.
Pablo lloró:
- …porque falsos profetas estaban guiando a muchas personas inconscientes de lo que hacían a perderse y alejarse de los caminos de Dios.
- …porque iglesias inmaduras se habían conformado y en muchos casos aceptado las cosas mundanas en lugar de seguir el estudio de la palabra de Dios.
- …y porque muchas almas no conocieron el amor de Dios ni el perdón de Cristo.
Pablo sabía lo que era importante y lo que no lo era. Sus lágrimas lo indicaban. El ministerio no se trataba acerca de él, se trataba acerca del Salvador y de aquellos por quienes Cristo murió. Cualquier otra cosa menor a esta no valía la pena como para derramar lágrimas.
A la edad de 19 años Charles Spurgeon, fue llamado a pastorear el Tabernáculo Metropolitano de Londres. Sus poderosas predicaciones dieron como resultado paso a la congregación más grande del mundo. Pero el verdadero poder de Spurgeon pudo haberse originado de las incontables veces en las que se encerró en su oficina llorando a causa de su gran ineptitud para tan grande tarea. Aun así, durante sus 36 años como predicador casi 15,000 personas conocieron a Cristo.
Y eso es algo digno de nuestras lágrimas.
Bendiciones,
Ron Walter
Vicepresidente Ejecutivo de Relaciones Ministeriales
Salem Media Group
© Copyright 2016 by Ron Walters
*Traducido al Español por Ernesto Santiago