En la proximidad de la celebración de Thanksgiving*, quiero apuntar hacía algunos aspectos que usualmente los cristianos ignoramos a la hora de dar gracias.
Reconozco que es importante agradecer por todos los beneficios que recibimos departe de Dios. La vida, la familia, el trabajo, la salud, la provisión, la protección, etc. La gratitud es una virtud cristiana. El apóstol Pablo decía: Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)
Sin embargo también debemos dar gracias a Dios -y con mayor énfasis- por las realidades eternas. Porque los beneficios terrenales son temporales pero los celestiales son eternos. La sanidad, los bienes, los trabajos y la prosperidad son todas pasajeras. Aunque sabemos que Dios nunca nos deja ni desampara, entendemos que los beneficios en esta tierra no son permanentes.
Por eso quiero llamar tu atención a ciertos aspectos por los que debemos estar agradecidos, ya que estos no cambiarán: