3. Dios no está interesado en hacerte feliz; está interesado en hacerte santo.
¿Cual es el problema aquí? Que ponemos en directa confrontación la santidad contra la felicidad como si fueran polos opuestos. En lugar deberíamos aprender a cambiar nuestra perspectiva en cuanto a lo que realmente es la felicidad: “La felicidad verdadera no se trata de nosotros. Se trata de Dios. Se trata de estar unidos con Él, lo que nos lleva a su sabiduría y justicia.”