Pregunta: “Soy hindú, ¿por qué debería considerar convertirme en cristiano?”
Respuesta: Comparar el hinduismo y el cristianismo es difícil, en parte, porque el hinduismo es una religión difícil de captar para los occidentales. Representa una rica historia y una teología elaborada. Tal vez no hay ninguna religión en el mundo que es más variada u ornada. Comparar el hinduismo y el cristianismo puede abrumar fácilmente el novicio de religiones comparativas. Entonces, la pregunta propuesta debe considerarse cuidadosa y humildemente. La respuesta dada aquí no pretende ser comprensiva, ni asume incluso ”una comprensión exhaustiva” del hinduismo en cualquier momento determinado. Esta respuesta simplemente compara algunos puntos entre las dos religiones en un esfuerzo por mostrar cómo el cristianismo es merecedor de una consideración especial.
En primer lugar, el cristianismo debe considerarse para su viabilidad histórica. El cristianismo tiene personajes y eventos arraigados históricamente dentro de su esquema que son identificables a través de las ciencias forenses como la arqueología y la crítica textual. El hinduismo tiene sin duda alguna una historia, pero su teología, mitología e historia son a menudo tan obscuras juntas que resulta difícil identificar donde una se detiene y comienza la otra comienza. La mitología es admitida abiertamente dentro del hinduismo, que posee mitos elaborados utilizados para explicar las personalidades y las naturalezas de los dioses. El hinduismo tiene una cierta flexibilidad y adaptabilidad a través de su ambigüedad histórica. Pero, cuando una religión no es histórica, es mucho menos comprobable. Puede que no sea refutable en ese momento, pero tampoco es comprobable. Es la historia literal de la tradición judía y al final de la tradición cristiana que justifica la teología del cristianismo. Si Adán y Eva no existieran, si Israel no tuviera un éxodo de Egipto, si Jonás fuera sólo una alegoría, o si Jesucristo no caminara en la tierra entonces la religión cristiana entera podría desmoronarse potencialmente en esos puntos. Para el cristianismo, una historia falaz significaría una teología porosa. Tal arraigamiento histórico podría ser una debilidad del cristianismo, salvo que las partes históricamente comprobables de la tradición cristiana se validan tan a menudo que la debilidad se convierte en una fuerza.
En segundo lugar, mientras que tanto el cristianismo y el hinduismo tienen personajes históricos claves, se muestra que solo Jesucristo se ha levantado físicamente de los muertos. Muchas personas en la historia han sido maestros sabios o han comenzado movimientos religiosos. El hinduismo tiene su parte de los maestros sabios y líderes terrenales. Pero Jesucristo se destaca. Sus enseñanzas espirituales se confirman con una prueba que solamente el poder divino podría realizar – la muerte y la resurrección corporal — un hecho que él profetizó y cumplió en sí mismo (Mateo 16:21; 20:18-19; Marcos 8:31; Lucas 9:22; Juan 20-21; 1ª Corintios 15).
Por otra parte, la doctrina cristiana de la resurrección se mantiene al margen de la doctrina hindú de la reencarnación. Estas dos ideas no son lo mismo. Y es sólo la resurrección que puede deducirse convincentemente del estudio histórico y probatorio. La resurrección de Jesucristo en particular tiene considerable justificación mediante la erudición secular y religiosa por igual. Su comprobación no hace nada para verificar la doctrina hindú de la reencarnación. Considere las siguientes diferencias: La resurrección implica una muerte, una vida, un cuerpo mortal y un cuerpo nuevo inmortal glorificado. La resurrección se realiza por intervención divina, es monoteísta, es una liberación del pecado y en última instancia se produce sólo en los últimos tiempos. La reencarnación, por el contrario, implica múltiples muertes, múltiples vidas, múltiples cuerpos mortales y ningún cuerpo inmortal. Además, la reencarnación ocurre por ley natural, es generalmente panteísta (dios es todo), opera sobre la base del karma y siempre está operativa. Por supuesto, listar las diferencias no demuestra la verdad de ninguno. Sin embargo, si la resurrección es históricamente demostrable, entonces el distinguir estas dos opciones de vida venidera separa el relato justificado del relato injustificado. La resurrección de Jesucristo y la doctrina cristiana más grande de resurrección, ambos merecen consideración.
En tercer lugar, las Escrituras cristianas son históricamente excepcionales, mereciendo una consideración seria. En varias pruebas, la Biblia supera los Vedas hindúes y de hecho todos los demás libros de la antigüedad. Se podría incluso decir que la historia de la Biblia es tan convincente que dudar de la Biblia es dudar de la historia misma, puesto que es el libro más históricamente comprobable de toda la antigüedad. El único libro más históricamente comprobable que el Antiguo Testamento (la Biblia hebrea) es el Nuevo Testamento. Considere lo siguiente:1) Más manuscritos existen para el Nuevo Testamento que para cualquier otro libro de la antigüedad — 5000 manuscritos griegos antiguos, 24.000 en total, incluyendo otros idiomas. La multiplicidad de los manuscritos permite una base de investigación enorme por el cual podemos comparar los textos entre sí e identificar lo que dijeron los originales. 2) Los manuscritos del Nuevo Testamento están más cercano en edad a los originales que cualquier otro documento de la antigüedad. Todos los originales fueron escritos dentro del tiempo de los contemporáneos (los testigos oculares), en el primer siglo d.C., y actualmente contamos con piezas de un manuscrito tan viejo como 125 d.C. Copias de libros enteros aparecen por 200 d.C., y se puede encontrar el Nuevo Testamento completo que se remonta a 250 d.C. Tener todos los libros del Nuevo Testamento escritos inicialmente dentro del tiempo de los testigos oculares significa que no tenían tiempo para transferirse en mito y folclor. Además, sus afirmaciones de verdad fueron sostenidas por los miembros de la iglesia que, como testigos personales de los acontecimientos, pudieron comprobar los hechos. 3) Los documentos del Nuevo Testamento son más precisos que cualquier otro de la antigüedad. John R. Robinson en su libro Honesto A Dios, informa que los documentos del Nuevo Testamento son precisos en el 99.9% de su contenido (el más exacto de cualquier libro antiguo completo). Bruce Metzger, un experto en el Nuevo Testamento griego, sugiere un más modesto 99.5% de precisión.
En cuarto lugar, el monoteísmo cristiano tiene ventajas sobre el politeísmo y el panteísmo. No sería justo caracterizar el hinduismo como sólo panteísta (“dios es todo”) o sólo politeísta (teniendo muchos dioses). Dependiendo de la corriente del hinduismo que uno abraza, uno puede ser panteísta, politeísta, monista (‘todo es uno”), monoteísta, o un número de otras opciones. Sin embargo, dos fuertes corrientes dentro del hinduismo son el politeísmo y el panteísmo. El monoteísmo cristiano tiene ventajas marcadas sobre estos dos.
Debido a consideraciones de espacio, estas tres cosmovisiones se comparan aquí en lo que respecta a sólo un punto, la ética. El politeísmo y el panteísmo, ambos tienen una base cuestionable por su ética. Con el politeísmo, si hay muchos dioses, entonces ¿cuál dios tiene el último estándar de la ética que los seres humanos deberían seguir? Cuando hay múltiples dioses, entonces sus sistemas éticos entran en conflicto, o no entran en conflicto, o no existen. Si no existen, entonces la ética es inventada y sin fundamento. La debilidad de esa posición es evidente. Si los sistemas éticos no entran en conflicto, ¿en qué principio se alinean? Sea lo que sea ese principio de alineación, esto mismo sería más último que los dioses. Los dioses no son el último, puesto que responden a alguna otra autoridad. Por lo tanto, hay una realidad superior a la que uno debe adherir. Este hecho hace que el politeísmo parezca superficial, si no vacía. En la tercera opción, si los dioses tienen conflictos en sus estándares del bien y del mal, entonces obedecer a un dios es arriesgar desobedecer a otro, incurriendo castigo. La ética sería relativa. El bien para un dios no necesariamente sería “bien” en un sentido objetivo y universal. Por ejemplo, sacrificar a su hijo a Kali sería recomendable a una corriente del hinduismo pero reprensible a muchas otras. Pero seguramente, el sacrificio de niños, como tal, es reprensible, sin duda alguna. Algunas cosas de toda razón y apariencia son correctas o incorrectas, sin duda alguna.
El panteísmo no hace mucho mejor que el politeísmo puesto que afirma que en última instancia, hay sólo una cosa — una realidad divina — así desestimando alguna distinción fundamental del ‘bien’ y del ‘mal’. Si el ‘bien’ y el ‘mal’ realmente eran distintos, entonces no habría una realidad única, indivisible. El panteísmo en última instancia no admite distinciones morales como el bien y el ‘mal’. El bien y el mal se disuelven en la misma realidad indivisible. Y aunque podrían realizarse tales distinciones como el ‘bien’ y el ‘mal’, el contexto del karma anula el contexto moral de esa distinción. El Karma es un principio impersonal como una ley natural como la gravedad o la inercia. Cuando el karma influye en un alma pecadora, no es una retribución divina que trae juicio. Por el contrario, es una reacción impersonal de la naturaleza. Pero la moral requiere personalidad — personalidad que el karma no puede ofrecer. Por ejemplo, no culpamos a un palo por ser usado en una paliza. El palo es un objeto sin capacidad oral ni deber. Más bien culpamos a la persona que utiliza el palo de forma abusiva. Esa persona tiene una capacidad moral y un deber moral. Asimismo, si el karma es meramente la naturaleza impersonal, entonces es amoral (sin moral) y no es una base adecuada para la ética.
El monoteísmo cristiano, sin embargo, arraiga su ética en la persona de Dios. El carácter de Dios es bueno y, por tanto, lo que se ajusta a él y a su voluntad es bueno. Lo que se aparta de Dios y su voluntad es malo. Por lo tanto, el único Dios sirve como la base absoluta de la ética, lo que permite una base personal para la moralidad y justificando el conocimiento objetivo del bien y del mal.
En quinto lugar, queda la pregunta ‘¿Qué haces con tu pecado?’ El cristianismo tiene la respuesta más fuerte a este problema. Como el budismo, el hinduismo tiene por lo menos dos ideas del pecado. El pecado se entiende a veces como ignorancia. Es pecaminoso si uno no ve o comprende la realidad como el hinduismo lo define. Pero queda todavía una idea de error moral denominada ‘pecado.’ Hacer algo deliberadamente mal, romper una ley espiritual o terrenal, o desear cosas equivocadas sería un pecado.
Sin embargo, esa definición moral del pecado apunta a una especie de error moral que requiere una expiación real. ¿De dónde puede venir la expiación? ¿Puede venir por el cumplimiento de los principios kármicos? El karma es impersonal y amoral. Uno podría hacer buenas obras para ‘equilibrar la balanza,’ pero uno no puede disponer del pecado nunca. El karma aún no proporciona un contexto en el cual el error moral es incluso moral. ¿Quienes hemos ofendido si pecamos en privado, por ejemplo? El karma no le interesa una cosa o la otra porque el karma no es una persona. Por ejemplo, supongamos que un hombre mata el hijo de otro hombre. Él puede ofrecer dinero, propiedad o su propio hijo a la parte ofendida. Pero no puede deshacer lo que hizo – el matar al hombre joven. Ninguna cantidad de indemnización puede compensar ese pecado. ¿Puede venir la expiación por la oración o la devoción a Shivá o Visnú? Incluso si esos personajes ofrecen perdón, parece que el pecado seguiría siendo una deuda impaga. Ellos perdonarían el pecado como si fuese excusable y luego harían pasar a personas a través de las puertas de la felicidad eterna.
El cristianismo, sin embargo, considera el pecado como un error moral contra un Dios único, supremo y personal. Desde Adán, los seres humanos han sido criaturas pecadoras. El pecado es real, y establece una brecha infinita entre el hombre y la felicidad eterna. El pecado exige justicia. Sin embargo, no puede ser ‘equilibrado’ con un número igual o mayor de buenas obras. Si alguien tiene diez veces más obras buenas que obras malas, esa persona todavía tiene el mal en su conciencia. ¿Qué sucede con estas malas obras restantes? ¿Son perdonadas como si nunca fueron importantes? ¿Son permitidas en la felicidad eterna? ¿Son meras ilusiones, no quedando así ningún problema? Ninguna de estas opciones es adecuada. En cuanto a la ilusión, el pecado es demasiado real para nosotros a explicarse como ilusión. Con respecto a la pecaminosidad, cuando somos honestos con nosotros mismos, todos sabemos que hemos pecado. Acerca del perdón, el simplemente perdonar el pecado sin costo alguno trata el pecado como si no tiene importancia. Sabemos que esto es falso. Con respecto a la felicidad eterna, no es muy buena si el pecado se introduce clandestinamente. Parece que el karma nos deja con el pecado en nuestros corazones y la sospecha de que hemos violado algún estándar final personal del bien y del mal. Y la felicidad eterna no nos puede tolerar o debe dejar de ser perfecta para que podamos entrar.
Con el cristianismo, sin embargo, todo pecado es castigado, aunque ese castigo ya ha sido satisfecho en el sacrificio personal de Jesucristo en la cruz. Dios se hizo hombre, vivió una vida perfecta y murió la muerte que merecíamos nosotros. Fue crucificado en nuestro lugar, un sustituto para nosotros y una cobertura o expiación, por nuestros pecados. Y él fue resucitado, demostrando que ni siquiera la muerte podría vencerlo. Además, él promete la misma resurrección a vida eterna para todos los que tienen fe en él como su único Señor y Salvador (Romanos 3:10, 23, 6:23; 8:12; 10:9-10; Efesios 2:8-9; Filipenses 3:21).
Finalmente, en el cristianismo podemos saber que somos salvos. No tenemos que depender de alguna experiencia pasajera, tampoco confiamos en nuestras propias buenas obras o meditación ferviente, ni ponemos nuestra fe en un dios falso que estamos tratando de “creer en la existencia”. Tenemos un Dios vivo y verdadero, una fe históricamente anclada, una revelación de Dios perdurable y comprobable (las Escrituras), una base teológicamente satisfactoria para la vida ética y un hogar garantizado en el cielo con Dios.
Entonces, ¿qué significa esto para ti? Jesucristo es la última realidad. Jesucristo fue el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Dios nos ofrece perdón y salvación si simplemente recibimos su regalo para nosotros (Juan 1:12), creyendo que Jesucristo es el Salvador que dio su vida por nosotros – sus amigos. Si tú pones tu confianza en Jesucristo como tu único Salvador, tendrás la absoluta garantía de felicidad eterna en el cielo. Dios perdonará tus pecados, limpiará tu alma, renovará tu espíritu, te dará vida abundante en este mundo y la felicidad eterna en el cielo. ¿Cómo podemos rechazar un regalo tan precioso? ¿Cómo podemos dar la espalda a Dios quien nos amó lo suficiente para sacrificarse por nosotros?
Si no estás seguro acerca de lo que crees, te invitamos a ofrecer la siguiente oración a Dios; “Dios, ayúdame a saber lo que es verdadero. Ayúdame a discernir lo que es erróneo. Ayúdame a saber cuál es el camino correcto hacia la salvación.” Dios siempre honrará una oración tal.
Si quieres recibir a Jesucristo como tu Salvador, simplemente habla con Dios, en voz alta o en silencio y dile que recibes el regalo de la salvación a través de Jesucristo. Si quieres una oración para expresar este deseo, aquí está un ejemplo: “Dios, gracias por tu amor por mí. Gracias por sacrificarte por mí. Gracias por proporcionar mi perdón y salvación. Acepto el regalo de la salvación a través de Jesucristo. Recibo a Jesucristo como mi Salvador. ¡Amén!”
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