4. EL PRINCIPIO DE PABLO
El apóstol Pablo es muy práctico. Pero su práctica está basada en teología profunda. En Romanos y Corintios escribe principios similares (aunque la situación en las dos ciudades no era idéntica). El debate en cuanto a celebrar ciertas fechas, comer o abstenerse de ciertas comidas es resuelto de la siguiente manera:
“El que guarda cierto día, para el Señor lo guarda. El que come, para el Señor come, pues da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O también, tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios” (Rom. 14:6-10).
Pablo nos recuerda lo que en verdad importa: glorificar a Dios. Independientemente de si celebras o no celebras, no eres mejor o peor creyente. Dios ve tu corazón (algo de mucho peso). Dios no se centra en si celebras, sino por qué celebras.
Algunos hermanos, por razones legítimas, deciden abstenerse de celebrar la Navidad. Esa es una libertad que la Biblia otorga. Hay buenos ejemplos de hermanos en Cristo que se han abstenido de la celebración navideña, como los Puritanos.
Pero de igual manera, hay libertad para celebrar la Navidad, y la gran mayoría de la iglesia por 1800 años (aproximadamente) ha celebrado el nacimiento de Jesucristo. Así que si celebras, ¡hazlo para la gloria de Dios!
Que quien celebra no juzgue a quien no lo hace, y quien no celebra no desprecie a quien lo hace.
PARA SU GLORIA
La Biblia dice: “hacedlo todo para la gloria de Dios”. Este mes de diciembre tenemos la oportunidad como creyentes de ser luz en las tinieblas. Cada vez más la fiesta del nacimiento de Jesucristo se convierte en una excusa para todo tipo de exceso. Nosotros podemos ser el ejemplo de lo contrario, celebrando con gozo y alegría, participando de dar regalos y recibirlos, comer pavo y tomar chocolate, cantar himnos navideños (¡y enseñarlos a nuestros familiares!), sabiendo que es un tiempo principalmente de adoración.
Si vas a celebrar la Navidad, celébrala para la gloria de Dios.
[i] Celebrar y glorificar no son cosas opuestas: “Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová” (2 Crón. 30:21).
[ii] Esta parece ser una aplicación del “principio regulativo” de adoración. Sin embargo, este principio ha sido abusado y aplicado de manera excesiva, tanto que algunos han prohibido el uso de instrumentos en la congregación debido a dicho principio. Aunque estoy acuerdo con este principio en bastantes aspectos, creo que usarlo para prohibir la Navidad es un exceso.
[iii] D. A. Carson, The Gospel According to John (PNTC; Grand Rapids: Eerdmans, 1991), 391 (mi trad.).
[iv] New Bible Commentary: 21st Century Edition (ed. D. A Carson et al.; Downers Grove: InterVarsity Press, 1994), 1047 (mi trad.).
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Este es un artículo escrito por Emanuel Elizondo originalmente publicado en COALICIÓN POR EL EVANGELIO. Publicado con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Puedes encontrar el artículo original en: 4 razones bíblicas para celebrar la Navidad
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