2. EL EJEMPLO DE LOS MAGOS
Los magos llegaron tiempo después el nacimiento de Jesús (aunque Mateo no especifica cuánto tiempo). Quizás, en parte, llegaron después debido a que viajaron desde el oriente. Cuando llegan, se postran en adoración, indicando que reconocen a Jesús como Rey, y le ofrecen tres presentes: oro, incienso, y mirra.
Se pudiera objetar, “Los magos vinieron a adorar, no a celebrar”. Sin embargo, celebrar y adorar no son dos conceptos opuestos. Por ejemplo, este verso: “Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, Señor de los ejércitos, y para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos” (Zac. 14:16). Este no es el único ejemplo. En las siete fiestas judías, adorar y celebrar eran dos cosas que se hacían juntas. Entonces, por lo menos en las fiestas bíblicas, la adoración se hacía en el contexto de celebración.
Así como los magos, los creyentes debemos celebrar la Navidad como un tiempo de adoración. Si no hay adoración en nuestra celebración, nuestro festejo es hueco y, si me permites decirlo, mundano.