Una oración: Padre, quiero anhelar tu palabra como un niño anhela la leche. Perdóname porque reconozco que muchas veces no la deseo. Se que no desear tu Palabra es no desearte a ti. Perdóname cuando me aburro de ella. Perdóname, porque cuando mi corazón no te anhela es por qué está cautivado por algo mas. ¡Y eso es gran pecado! Quiero amar, estimar y desear tu palabra en mi corazón. Que tu espíritu produzca en mi el querer y anhelar tu Palabra. Concédeme la dicha de conocerla, entenderla, abrazarla y ser enteramente gobernado por ella. Que al leerla, experimente el gozo de discernirla. Que al estudiarla, me permitas ver a Cristo y así aprenda a conocerte más. Que al meditarla, pueda ver sus maravillas. Dependo de ti para esto. En mi no hay tal poder. Si tú no lo haces, no hay para mi esperanza. Anhelo crecer en aprecio por tu Palabra. Lo deseo y lo necesito. Glorifícate en mi vida, produciendo un gusto más profundo por tu palabra y de esa manera ser transformado a la imagen de Cristo.
Este es un artículo escrito por Gerson Morey originalmente publicado en COALICIÓN POR EL EVANGELIO. Publicado con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Encuentre el artículo original en: ANHELAR LA LECHE ESPIRITUAL ES UN MANDATO
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