Seamos honestos: la Biblia no siempre es fácil de leer. Y no solo me refiero a las listas de nombres en 1 Crónicas o a las bestias del Apocalipsis. Aun en esos libros que regularmente leemos, como Deuteronomio o 1 Corintios, muchas veces se nos hace difícil el poder concentrarnos y entender correctamente muchos pasajes.
Hay varias razones para esto. Por un lado, es evidente de que hay una gran separación temporal entre los autores bíblicos y nosotros. Solo piensa en la ropa que te ponías hace 10 o 15 años. El último libro de la Biblia se escribió hace más de 1900 años.
Además, hay una separación cultural entre los autores de la Biblia y nosotros. Muchos de los lugares y costumbres y modismos de la Biblia son completamente extraños para un lector hispano en el Siglo XXI. Y esto se se acentúa al tener en cuenta que la mayoría de nosotros ni siquiera leemos la Biblia en sus idiomas originales.
Hay que agregar algo de muchísimo mayor peso: hay una gran separación espiritual entre la Santa Biblia y nosotros. Ella es la revelación de la mente del Dios perfecto; nosotros somos seres pecadores, incapaces de entender a plenitud la mente de Dios.
Estas tres “separaciones” explican en parte por qué muchas veces no entendemos bien la Biblia, pero quiero añadirte una separación más. Es la separación de la llave y el cerrojo.