6) “Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor” (2 Corintios 5:8).
Este versículo en conjunto con la historia de de Jesús en sus últimas horas antes de la cruz, me asegura que tan pronto mis seres queridos respiraron su último aliento en la tierra fue cuando pudieron también tomar su primer aliento en el cielo. No tengo por qué imaginar si mis parientes estaban en un lugar “entre mundos” sino al contrario puedo estar segura de que están en la presencia del Señor. Así como Cristo le dijo al ladrón que estaba a lado suyo en la cruz, cuando éste puso su fe en Él: “Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Un pastor muy querido una vez describió la muerte como caminar de un cuarto a otro. En el momento en que mis amados salieron de este cuarto que llamamos tierra, dieron su siguiente paso en cuarto llamado tierra, y lo mejor de todo es que Jesús los estaba esperando.