- Una oración de navidad por la paz
Señor, en esta temporada cuando todo corazón debería de estar feliz e iluminado, hay muchos de nosotros batallando con el peso de la vida, cargas que nos privan de alegrías. Desastres naturales, climas amenazantes que destruyen hogares e interrumpen la vida de muchas personas. Víctimas inocentes sufren de tragedias, y se escucha una leve voz diciendo “Ten miedo”. En estos momentos te necesitamos, Jesús.
Señor aún atesoramos el maravilloso mensaje, ya sea que estemos bien arropados con abrigos de invierno viendo nuestras casas o la iglesia vestida por capas de nieve blanca, donde podemos cantar villancicos navideños. Pero confesamos que aun así, nuestros corazones se llenan rápidamente con muchas otras cosas, preocupaciones por pagar las cuentas, por ver cuando se acabara el terror, por saber cuando podremos descansar. ¿Será que podremos descansar?
En un mundo donde el temor, y no la paz prevalece, te pedimos que mandes cosas buenas a nuestros corazones esta navidad. Nunca hemos necesitado de tu amor y paz, como lo hacemos hoy. Gracias por el regalos de Jesús, nuestro Emmanuel, el verbo hecho carne. Perdónanos cuando olvidamos que tu amor nunca cambia, que tu eres fiel y que nunca abandonas el propósito por el cual viniste a la tierra: salvarnos de nuestros pecados, levantarnos de nuestras condiciones, darnos vida eterna y el gozo de una amistad y relación con el Dios Santo. Tu nacimiento y tu sacrificio, sellaron tus promesas por siempre.
Para aquellos que tienen corazones dolidos, por tristezas, amistades rotas, por aquellos que solo han conocido conflictos y confusión, por aquellos cuyos cuerpos están cansados y ya no pueden dar un paso más, por todos ellos, preciosos Salvador, acercalos a tí. Déjalos saber que tu sigues siendo el Jesús que nació de una virgen, el rey que nació no en un hospital, sino en pesebre de paja. Tu eres aquel enviado por el Dios Santísimo quien nos envió amor y perdón en lugar de condenación por nuestros pecados.
Necesitamos tu paz y alegría, la anhelamos. Tu has prometido descanso al cansado, victoria al desanimado, paz al ansioso y aceptación para todos, y lo has hecho no solo en la navidad sino en todos los días.
Restaura la alegría que ha sido aplastada por el orgullo, prioridades erróneas o eventos externos. Derriba las potestades que nos han mantenido cautivos por tan largo tiempo. Extingue las llamas de la aprehensión que nos roban la calma. Enséñanos otra vez la belleza de aquella santa noche.
Tu nombre es “Magnífico” “Consejero” “Principe de Paz” Como tus hijos, clamamos por un renuevo y una nueva conciencia de quién eres Tú. Escogemos por fe hacer realidad las buenas nuevas una realidad en nuestras vidas para que otros puedan ver como árboles de reposo. Sabemos que un día toda rodilla se doblara, y toda lengua confesará que tu eres Dios. Sabemos que la paz en la tierra solo puede llegar cuando encontramos paz en ti.
Tu eres nuestra alegría. Tu eres nuestra paz. Ya no eres nuestro bebé en el pesebre, eres nuestro Señor de señores y Rey de reyes, y como tal te celebramos esta navidad y todos los días de nuestras vidas. – Rebecca Barlow Jordan