Para concluir la oración Jesús finaliza diciendo: “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” Aquí podemos ver que Jesús termina con la misma nota con la que abrió su oración, alabando y santificando a Dios. Reconociendo que el reino de Dios y Dios mismo como rey soberano de todo tiene el poder para suplir nuestras necesidades y para perdonar nuestras ofensas por todos los siglos. De igual manera Jesús reitera que la gloria sea solamente a Dios y su majestad nuevamente entregando su alabanza y su adoración a Dios en cada de sus oraciones.