Después de pedir por las necesidades físicas más básicas como lo es el alimento, Jesús procede a decir: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” pidiendo de esta manera por una de las necesidades más básicas de nuestra vida espiritual, el perdón y la gracia. Esto nos enseña que en nuestras oraciones no todo es pedir y pedir, sino también confesar y reconocer que somos pecadores y que por ende nuestras ofensas, nuestras deudas y nuestros pecados son parte inminente de nuestra naturaleza. No obstante Jesús sabe que Dios es infinito en perdón y gracia para perdonar todas y cada una de nuestras deudas y que por lo mismo nosotros debemos de perdonar a aquellos que nos deben.