¿Sabía usted que Adán y Eva no fueron los primeros en pedirle perdón a Dios?
¿Qué?
Estoy tan acostumbrada a la historia de Adán y Eva de mis días de escuela dominical que yo podría haber perdido esta pequeña pepita si no fuera por mi marido, Marc. Estábamos en nuestro pequeño Estudio Bíblico semanal cuando Marc humildemente señaló este hecho que se encuentra en Génesis 3 sobre Adán y Eva.
Me quedé atónita.
Sí, Adán y Eva fueron los primeros en comer la fruta, pecaron, y fueron obligados a salir del jardín para siempre – sin embargo, en lugar de decirle a Dios que habían pecado y/o pedirle Su perdón, Adán culpó a Eva y Eva culpó a la serpiente (Génesis 3:12-13). La Biblia no registra que se hayan arrepentido de su pecado.
No podía creer que en mis treinta años de aprendizaje sobre el pecado, el perdón y la historia de Adán y Eva me había perdido de una significante verdad bíblica. Durante ese tiempo, mi pastor estaba cubriendo el libro de Génesis. Así que, le envié un correo electrónico, preguntando, ¿quién, entonces, fue la primera persona que le pidió perdón a Dios ? Antes de “Enviar” supuse que sería el rey David.
Yo.
Estaba.
Equivocada.
La primera persona en la Biblia que admitió su pecado y pidió perdón fue Faraón.
Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón. “Esta vez he pecado; el SEÑOR es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos. Rogad al SEÑOR, porque ha habido ya suficientes truenos y granizo de parte de Dios; y os dejaré ir y no os quedaréis más aquí“(Éxodo 9:27-28).
Yo había asumido que era David, porque la historia de él y Betsabé es tan bien conocida (véase 2 Samuel 11). Él no sólo recibió el perdón de Dios después de su adulterio con ella y el asesinato de su marido, Urías, pero también no murió a causa de su pecado. Él fue la primera persona que mostró el fruto de arrepentimiento, y no simplemente de dar servicio de labios a Dios.
Entonces, ¿qué significado hay en la historia de Faraón? Dios había endurecido el corazón de Faraón para que pudiera mostrar su gloria a través de cada plaga. Dios envió la plaga de la sangre, ranas, piojos, moscas, afligió al ganado, envió la plaga de úlceras y sarpullido, de granizo, langostas, tinieblas, y la muerte de los primogénitos. Aunque Faraón pidió perdón, no estaba verdaderamente arrepentido y por lo tanto Dios lo castigó a él y a los demás de los egipcios.
En realidad hubo algunos otros por delante de David, que también pidieron perdón a Dios, pero, como Faraón, su arrepentimiento no era sincero. El primero fue Balaam (Números 22:34), a continuación, Acán (Josué 7:20), y finalmente Saúl (1 Samuel 15:24-26). Mi pastor señaló que Balaam más tarde se retractó de su palabra, Acán y su familia fueron apedreados hasta la muerte, y Dios rechazó a Saúl como rey de Israel.
¡Vaya! ¿Qué de David?
Tal vez la razón por la que me salté desde Adán y Eva, hasta David es porque David no trató de negar lo que hizo ni de culpar a otros.
Dios perdonó a David.
No sólo perdonó Dios el pecado de David– y ¡fue algo fuerte!– sino que no retractó su palabra como con Faraón, Balaam, Acán, y Saul. Mi pastor dijo en su correo electrónico que fue David quien demostró el fruto de arrepentimiento, y por lo tanto es conocido como un hombre conforme al corazón de Dios.
Tal vez el perdón no es tan inexplicable como piensas.
Dios no necesita utilizar en un montón de plagas (como con Faraón), convertirnos en un burro hablante (como en la historia de Balaam), o incluso enviar a un profeta para confrontarnos (como con Saúl).
¡No!
El arrepentimiento y el perdón comienzan en nosotros mismos.
- ¿Eliges reconocer personalmente tu pecado en vez de culpar a otra persona (incluso si ellos tuvieron parte de la culpa)?
- ¿Decides asumir la responsabilidad en lugar de temer lo que los demás puedan pensar (incluso si eres alguien importante)?
- ¿Estás verdaderamente arrepentido en vez de simplemente decir que lo estás (y después actuar de una manera diferente)?
Creo que este pasaje es la clave:
Esto es lo que el Señor Soberano, el Santo de Israel, dice: “Porque así ha dicho el Señor DIOS, el Santo de Israel: En arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza está vuestro poder. Pero no quisisteis,” (Isaías 30:15).
Lo que es interesante es que cada persona que aparece arriba: Adán y Eva, el Faraón, Balaam, Acán, Saúl y David tuvieron que enfrentarse a su pecado.
Yo no sé ustedes, pero ese pensamiento es aún más impactante aún que el saber que Adán y Eva no le pidieron perdón a Dios. Tal vez es porque nosotros, como Adán y Eva, de inicio tememos lo que otros piensen, digan, o hagan. Tal vez por eso nos escondemos en nuestro pecado. En lugar de abrazar la gracia tememos Su juicio.
¡No!
El Señor disciplina y reprende al que ama (Proverbios 3:12; 12:1; 13:24, Hebreos 12:6, Apocalipsis 3:19).
- Hoy, si temes el juicio de Dios más que Su abundante amor y misericordia infinita – No tengas temor.
- Hoy, si temes que otros puedan o no perdonarte por el mal que has causado – No te demores.
- Hoy, si no puedes perdonarte a ti mismo por el daño que has causado – ¡déjalo ir!
Amigos, ¿saben ustedes lo mucho que Dios les ama, y porque Él te ama, Él quiere hacerte a ti y a mí conscientes de nuestro pecado. Hoy, decide dejar de ocultar tu pecado y vergüenza.
“Enderezándose Jesús, le dijo: Mujer, ‘¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?’
Y ella respondió: ‘Ninguno, Señor.’
Entonces Jesús le dijo: ‘Yo tampoco te condeno. Vete; desde ahora no peques más.’ ” (Juan 8:8b-11).
Renee Fisher
Traducción: Julie Núñez