1. Proclame ayuno y oración. Declare en voz alta a Dios y a las huestes espirituales que usted está en serio de buscar la ayuda, la voluntad y la dirección de Dios. Es poderoso declarar y afirmar que está dependiendo de la ayuda de Dios para alguna situación y no de soluciones humanas. Jesucristo también mandó que lo hiciéramos de manera secreta, sin que otras personas se den cuenta. Esto es para no caer en hipocresía y para que nuestro Padre que ve en secreto nos recompense en público (Mateo 6:17-18). Así que, proclame el ayuno a Dios en un lugar privado.
Por ejemplo, puede orar algo así:
Dios, proclamo delante de ti y de todas las huestes espirituales un tiempo de ayuno y oración. Estoy en serio de buscar tu ayuda. Te pido por tu intervención divina, por gracia sobrenatural, y que se revele la raíz del problema o la situación. Pido que tu Espíritu Santo me guíe a Jesucristo y a toda verdad, pues Él es el camino, la verdad, y la vida (Juan 14:6). Pido que me des poder para escuchar y obedecer. Ayúdame a traer máxima gloria a tu nombre, a amar a mis enemigos, y a llevar fruto y ser digno(a) de ser llamado(a) hijo(a) de Dios (Mateo 5:45).
Me humillo delante de Ti, busco tu presencia y me arrepiento de mis malos caminos. Sé con toda confianza que Tú oirás mi oración desde los cielos porque Tú lo prometes.
“[Si] se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra (2 Crónicas 7:14).