7. Orar por los que nos persiguen y por la expansión del evangelio de Dios.
Dios nos manda, no sólo que oremos los unos por los otros, sino también por los que están en autoridad sobre nosotros, sean justos o malos. Aunque sea difícil de aceptar, Dios quiere que aún los hombres de mal que roban y matan a nuestros queridos hermanos en Cristo, sean perdonados y salvos.
“Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (I Timoteo 2:1-4 énfasis agregado).
Jesucristo también nos mandó que amaramos a nuestros enemigos y que oremos por los que nos persiguen (Mateo 5:44).
Históricamente hablando, cuando hay persecución, también hay gran avivamiento y el reino de Dios avanza. Es de admirarse que el apóstol Pablo, más que pedir por su liberación o comodidad, pidió que tuviera oportunidades para hablar de Jesucristo con denuedo y que el evangelio se expandiera sin importar lo que tuviera que sufrir (Efesios 6:20).