5. Que sean fortalecidos al recordar que su recompensa es grande en los cielos y que no están solos en su sufrimiento.
La recompensa de los que sufren por Jesucristo es más grande que cualquier riqueza, honor o prestigio que se pudiera acumular en esta tierra.
“Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros (Mateo 5:11-12).
Así mismo, la Biblia nos anima y recuerda que estamos rodeados de una gran nube de testigos de héroes de la fe que también han sufrido por Su nombre. Jesucristo mismo, menospreció su vergüenza y soportó terrible hostilidad de los pecadores contra sí mismo, por el gozo puesto delante de Él de salvar a muchos (Hebreos 12:1-3).
Por si fuera poco, Dios manda que no nos desalentemos porque Él es nuestros Dios. Él nos fortalecerá, ayudará y sostendrá (Isaías 41:10).
Oremos para que nuestros hermanos sean alentados por la recompensa que les espera y porque Dios y todos nosotros estamos con ellos.