Recuerda que la oración te guiará a salir del pecado.
Es irónico que la oración es en realidad el helicóptero que nos rescata de la cautividad del pecado. Es la única forma de salir. La oración da a conocer nuestra ubicación y posición y hace contacto con el equipo de búsqueda y rescate. Para salir del patrón en espiral causado por el pecado, hay que confesarlo y arrepentirse.
Recordemos que cuando hacemos esto, Dios nos perdona (1 Jn. 1: 9). El pecado, en su núcleo, es orgullo. La oración, en su núcleo, es una expresión de humildad. La única forma de salir del pecado es humillarnos delante de Dios, abrazar la realidad, y pedir clemencia y gracia. Nuestro corazón es complicado y engañoso (Jer. 17:9). Nos decimos que no podemos orar porque no hemos estado orando. Nuestra carne se desencadena en contra de humillarnos delante de Dios en la oración. Aquí es donde hay que recordar la base de nuestro acceso.