El otro día prediqué de la oración y recibí un comentario útil de un miembro de la iglesia. Mencionó la forma en que el pecado le impide orar, y que con el tiempo, el sentimiento de culpa por el pecado hace que sea muy difícil hacerlo.
Creo que eso es un problema en muchos de nosotros. Aquí están algunas ideas para navegar el camino de la oración a través de la niebla de la culpa.