Pregunta: “¿Por qué necesitamos confesar nuestros pecados, si ya han sido perdonados (1 Juan 1:9)?”
Respuesta: El apóstol Pablo escribió: “Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos Suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de Su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia.” (Efesios 1:5-8). Esto se refiere a la salvación, donde Dios ha tomado nuestros pecados y los ha quitado de nosotros “Cuanto está lejos el oriente del occidente…” (Salmo 103:12). Este es el perdón judicial que Dios nos da al recibir a Su Hijo Jesucristo. Todos los pecados pasados, presentes, y futuros son perdonados sobre bases judiciales, significando que no sufriremos el castigo eterno por nuestros pecados. Sin embargo, aún sufrimos las consecuencias del pecado mientras estamos aquí en la tierra, lo cual nos lleva a la pregunta.
La diferencia entre este pasaje y el verso en 1 Juan, es que Juan está hablando de lo que llamamos el perdón “familiar”—como el que hay entre un padre y un hijo. Por ejemplo, si le haces algo malo a tu padre—no cumpliendo con sus expectativas o reglas—tu relación se afecta, pero aún eres su hijo. La relación se ve afectada hasta que tú admitas ante tu padre, que hiciste mal. Lo mismo sucede con Dios; tu relación con Él se daña, hasta que tú confiesas ese pecado. Entonces la relación es restaurada. Este es el perdón “relacional.”
El perdón “posicional” es aquel que es obtenido por cada creyente en Cristo. En nuestra posición como miembros del Cuerpo de Cristo, hemos sido perdonados de cada pecado que hayamos cometido o que cometeremos. El precio pagado por Cristo en la cruz, ha satisfecho la ira de Dios contra el pecado, y ya no es necesario ningún otro pago o sacrificio. Cuando Jesús dijo, “Consumado es,” Él realmente quiso decir eso. Nuestro perdón posicional fue obtenido ahí y en ese momento.
La confesión de los pecados, de acuerdo a 1 Juan 1:9, nos ayudará a evitar la disciplina del Señor. Si dejamos ese pecado sin confesar, es seguro que vendrá la disciplina del Señor, hasta que lo confesemos. Como lo dijimos anteriormente, nuestros pecados son perdonados en la salvación (perdón posicional), pero nuestra relación con el Señor, basada en la vida cotidiana, necesita mantenerse en buen estado, lo cual no sucederá si hay un pecado inconfesado en nuestras vidas (perdón relacional). Por lo tanto, necesitamos confesar nuestros pecados en cuanto ocurren, para mantener una correcta relación con Dios.
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